Dos mujeres caminan en la mañana del 10 de septiembre de 1.898 a orillas del lago Quai de Mont-Blanc, momentos antes habían salido del hotel Beaurivage de Ginebra y se disponían a tomar el vapor que las llevarían a Territet. La más rezagada es la condesa Sztaray, la otra es la emperatriz Elisabeth de Wittelsbach, más conocida como Sissi.
El embarcadero se estaba llenando de público, cuando repentinamente un hombre tiene un encontronazo con Sissi, como consecuencia del choque ella cae al suelo, todo sucede muy rápidamente, tan rápidamente que nadie puede percatarse de que sucede realmente. La emperatriz se levanta y dice que no sufre lesión de ningún tipo y pese a los requerimientos de volver al hotel insiste en tomar el barco. Su rostro congestionado por el percance no hace temer nada importante, camina exactamente ciento veinte pasos por el embarcadero, sube la escalerilla del vapor y al llegar a cubierta se vuelve hacia su dama de honor, su rostro había cambiado de color, ahora estaba pálida pero se mantiene en pié. El vapor parte y es entonces cuando cae lentamente. Avisado el capitán, que todavía no conoce la identidad de la señora, propone desembarcarla pero ella insiste que sólo es un desmayo por el susto sufrido. Al poco tiempo se queja de un dolor en el pecho, justo en la región cordial, le desabrochan el corpiño y es entonces cuando ven una pequeña mancha de sangre del tamaño de una moneda, está situada justo encima del pecho izquierdo.
Es entonces cuando el capitán es enterado de la personalidad de la dama y ante la responsabilidad decide volver a tierra para desembarcarla.
Es trasladada a la misma habitación en la que había pernoctado la noche anterior y al cabo de una hora fallece.
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